La británica Kathryn Mannix, especialista en cuidados paliativos, ha querido en el libro Cuando el final se acerca. Cómo afrontar la muerte con sabiduría (Editorial Siruela) acercar al ser humano a la única certeza: la muerte. Su libro contiene varias historias -modificadas para preservar el anonimato- para dar a conocer la muerte y despojarla del carácter dramático que el cine le ha otorgado. Dice Mannix que es muy común que las familias no conozcan las preferencias de sus mayores antes de morir y que se hace necesario concienciar a la sociedad de que la muerte puede ser tranquila, de que todos los casos comparten un patrón común y de que lo más importante es acompañar al paciente con una taza de té.
PREGUNTA. ¿Por qué la sociedad no entiende la muerte si es algo innato al ser humano?
RESPUESTA. Hace 150 años todo el mundo la comprendía; la muerte ocurría en casa, en jóvenes, en la infancia… En la veintena todo el mundo conocía a alguien que había fallecido y habían visto a una persona muerta. Tras la revolución en las ciencias sociales y médicas, en vez de esperar en casa a la muerte se lleva al paciente al hospital para evitar la muerte y enviarle de nuevo a casa curado. El problema es que hemos olvidado que en algún momento envejeceremos tanto que el cuerpo ya no podrá más. Les enviaremos al hospital cuando lo único que podremos hacer es retrasar la muerte unos pocos meses. Quizá para algunas personas ese tiempo sea valioso, pero para otros con morbilidades, que están agotados, y que abrazarían a la muerte como a un amigo, sus familias les empujan a recibir tratamientos. Lo hacen porque no han visto una muerte normal. Ni siquiera los médicos y enfermeras saben a veces cómo es. Por eso la tememos y tratamos de posponerla.
P. Háblenos de alguna de las historias que plasma en el libro.
R. Cuando empecé en paliativos, y aún no existía esa denominación, teníamos como paciente a una mujer francesa que había sido miembro de la resistencia en la Segunda Guerra Mundial y se había casado con un soldado inglés que había muerto hacia una década.Ella tenía miedo de no ser valiente en el último momento de su vida e ir a parar al lugar equivocado del cielo donde no podría reunirse con su marido. Por eso empezó a llevar su medalla de la resistencia para recordarse que podía ser valiente. Mi jefe y yo fuimos a hablar con ella y él le preguntó qué sentimientos le provocaba el final de la vida: “¿Quiere que le describa qué ocurre al morir?”, le preguntó, y le explicó los síntomas. Aquella mujer que estaba aterrorizada comenzó a sentirse en paz. Me cambió la vida porque me di cuenta de que el miedo se basa en no saber y que el conocimiento es la clave para enfrentarse a él. Claro que da miedo dejar de existir pero conocer cómo va a ocurrir no debe provocarlo.
“En paliativos muchas veces se requieren habilidades y actitudes por encima del conocimiento”
P. ¿Los médicos saben cómo explicar la muerte a los pacientes?
R. No, yo ni siquiera lo sabía. Cuando escuché esa conversación llevaba varios años trabajando y había visto a muchos pacientes morir. Cuando mi jefe le habló de los síntomas y patrones, yo, que había estado al lado de la cama de muchos pacientes tratando de impedir que murieran, me di cuenta de que ya había visto ese patrón pero no me había parado a reconocerlo. El libro habla de patrones de reconocimiento.
P. ¿Cree que habría que formar más en cuidados paliativos a los profesionales?
R. En el Reino Unido, desde la Asociación de Cuidados Paliativos, tenemos un curriculum para los especialistas en formación y para las facultades porque la muerte pertenece a todos los ámbitos. La dificultad es que es un curriculum basado en el conocimiento y en cuidados paliativos muchas veces se requieren habilidades y actitudes por encima del conocimiento. Debemos centrarnos en eso.
P. ¿Ese conocimiento prevendría la obstinación terapéutica?
R. ¡Sí! Una de las cosas que está ocurriendo en Inglaterra es que los intensivistas han mejorado en decir que su servicio no es el sitio adecuado para estos pacientes. En él podemos prolongar su muerte pero no recuperar su salud. Hay que establecer una buena comunicación con las familias para explicarles cuándo debe finalizarse el tratamiento porque el paciente se está muriendo. Pero lo más importante es que los familiares hablen entre sí para conocer si el paciente quiere que le apliquen las maniobras de RCP. La conversación realista con el médico es que, aunque hayas optado por recibir RCP, ésta puede que no funcione.
“En cuidados intensivos podemos prolongar la muerte pero no recuperar la salud”
P. ¿Son útiles los documentos de voluntades anticipadas?
R. Como médicos -y también el personal de enfermería- tenemos la responsabilidad de hablar con los pacientes para determinar si quieren recibir RCP. Es algo muy necesario sobre todo en las residencias de ancianos.
Creo que aquí en España tienen el mismo problema con una población envejecida, y a los residentes les envían en cuanto están un poco apagados al hospital. Hay que tener la confianza de decir: “Conocemos a nuestros residentes, pensamos en sus intereses y hemos discutido sus preferencias. Sabemos que la RCP no es lo mejor para ellos ahora -tenemos la documentación para justificar esa decisión-, y vamos a prepararle otra taza de té y a cogerle la mano. Hay 33 tazas de té en este libro. De hecho, el té y la morfina son igual de importantes en cuidados paliativos porque cuando te sientas con el paciente para hablar con él y acompañarle con tu estetoscopio, la conversación es muy diferente de cuando lo haces con una taza de té. Y yo suelo prepararlo para ellos.
Fuente original:psiquiatria.com