RESUMEN
“Ahora entiendo por qué me cuesta tanto organizarme”. Es una de las frases que pronuncian las personas que acaban de ser diagnosticadas de déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH) en la edad adulta. Este trastorno del neurodesarrollo no es solo cosa de niños; más allá de la adolescencia es mucho más frecuente de lo que se piensa.
“Afecta a en torno un 2, 5% de los adultos”, apunta Josep Antoni Ramos Quiroga, jefe del Servicio de psiquiatría del Hospital Universitario Valle de Hebrón, de Barcelona. “Son cifras ciertamente altas: el doble que la esquizofrenia”.
Juncal Sevilla, psiquiatra especialista en TDAH del adulto del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, de Madrid, aclara que el trastorno surge siempre en la infancia -se nace con él-, pero muchas veces no se diagnostica hasta la edad adulta. “Muchos niños que no han sido diagnosticados llegan a la edad adulta con un cúmulo de patologías”, expone. “Entran en psiquiatría de adultos por las complicaciones derivadas de este trastorno”.
En otros casos sí que se detecta el problema en los primeros años de vida, pero los síntomas persisten a lo largo del tiempo.
TDAH, adicciones y otras patologías
Las complicaciones o comorbilidades asociadas al TDAH en la edad adulta se plasman, sobre todo, en dos tipos de patologías psiquiátricas: trastornos adictivos (con o sin sustancia) y trastornos depresivos y de ansiedad. El vínculo con el abuso de sustancias o la adicción a juegos on-line o a las compras, entre otras, es muy fuerte. “Se calcula que aproximadamente el 15% de las personas con adicciones tienen TDAH”, resalta Ramos Quiroga. “A lo largo de la vida, prácticamente el 50% de los niños que tienen TDAH van a presentar adicciones”.
Los expertos insisten en la importancia de la detección precoz del trastorno para evitar todas esas posibles complicaciones. El psiquiatra del centro barcelonés confirma que el TDAH es “un trastorno crónico”, pero hay “un grupo de niños cuyos síntomas remiten en la adolescencia”. Si se hace un abordaje correcto desde la infancia, “no podemos eliminarlo, pero sí disminuir el impacto negativo que puede tener”.
Juncal advierte de que el diagnóstico en la edad adulta no es sencillo: “Muchas veces se confunde con los trastornos depresivos y de ansiedad que lo acompañan. Entonces, los especialistas tratan el cuadro depresivo y el TDAH sigue sin diagnosticar ni tratar”.
Las personas que llegan a la edad adulta sin haber recibido tratamiento para su déficit de atención tienen con frecuencia “una baja autoestima; recen con la idea de que no son capaces de hacer las cosas por la inatención que padecen”, se lamenta Ramos Quiroga.
Otro de los factores asociados al diagnóstico tardío es la obesidad, debida en buena parte a la impulsividad propia del TDAH, pero también a factores genéticos compartidos por este trastorno y la obesidad.
Déficit de atención siempre, hiperactividad a veces
Contrariamente a lo que se podría pensar, lo que predomina en estas personas es el déficit de atención, que está siempre presente. “El déficit de atención es la sintomatología cardinal”, precisa Sevilla. “Y algunas veces también hay hiperactividad, pero nunca de forma aislada”.
La psiquiatra señala que muchas mujeres con este trastorno, al presentarse fundamentalmente con sintomatología de inatención, “pasan muy desapercibidas; no llaman tanto la atención como cuando existe hiperactividad”. Y, sin embargo, a menudo están “devastadas” porque les resulta muy complicado sobrellevar la maternidad y otras circunstancias que conllevan una gran responsabilidad y exigencia en la vida adulta.
El caso es que siempre se ha asociado el TDAH a los niños y, de hecho, los datos epidemiológicos revelan que el trastorno es mucho más frecuente en ellos, pero Sevilla apunta que, probablemente, “es porque hay un mayor infradiagnóstico en niñas”. Es más, “en la edad adulta vemos que afecta por igual a hombres y mujeres”.
Conviene tener presente también el factor genético: el 90% de los casos podrían tener un claro componente hereditario. Es habitual que el TDAH afecte a líneas familiares completas. Hay padres o madres que son diagnosticados a la vez que sus hijos. Y, al revés, progenitores con TDAH que empiezan a observar patrones de conducta ‘sospechosos’ en sus descendientes.
Signos de alerta
El déficit de atención se diferencia de otros trastornos psiquiátricos, como puede ser la esquizofrenia, en que no causa tanta discapacidad o no es tan acusada. Quienes lo padecen suelen tener un trabajo, familia… y están integrados en la sociedad. Pero arrastran muchos problemas interpersonales, laborales y familiares. Estos son algunos de los rasgos de personalidad y signos de alerta que pueden hacer sospechar la presencia de un TDAH en el adulto:
Las personas con déficit de atención tienen dificultades muy marcadas para mantener la atención (en el trabajo, en una conferencia, en clase…).
Cometen muchos errores por no fijarse.
Tienen despistes con demasiada frecuencia.
Dificultad para organizar sus tareas y programar sus actividades.
Pierden objetos muy a menudo.
En algunos casos presentan también hiperactividad e impulsividad. Por ejemplo, no paran de hablar y cortan la conversación de los demás.
Tendencia a la procrastinación (dejar los asuntos pendientes para más adelante).
Sevilla puntualiza que “todos perdemos cosas y tenemos despistes; el problema es que el TDAH afecta de tal manera a quienes lo padecen que no pueden sacar adelante muchos asuntos de su día a día”.
Tratamiento del TDAH en la edad adulta
Ramos Quiroga comenta una “buena noticia” sobre el TDAH en adultos: “Se ha investigado mucho el tratamiento “, que cuenta con un amplio porcentaje de éxito. En esencia, se basa en dos pilares: terapia psicológica (de tipo cognitivo-conductual) y fármacos (los mismos que se administran a los niños). El psiquiatra subraya la necesidad de “individualizar el tratamiento”, adaptándolo tanto a la sintomatología de cada afectado como a su evolución a lo largo del tiempo. En este sentido, hay niños y adultos que pueden llegar a prescindir de los fármacos si alcanzan la estabilidad.
Tratamiento psicológico
La terapia psicológica cognitivo-conductual puede realizarse de forma individual y, como refuerzo, también en grupo. En las distintas sesiones se abordan cuestiones como la gestión del tiempo, el control de los impulsos, el manejo de la agenda o cómo aprender a manejar la tendencia a la procrastinación.
Tratamiento farmacológico
Los medicamentos que se administran a los pacientes adultos con TDAH como primera elección son estimulantes: metilfenidato o lisdenxanfetamina. También se emplean, como opción secundaria, atomoxetina y guanfancina. Este último solo se utiliza en aquellos adultos que lo han estado tomando desde la infancia.
Fuente periodística: Cuidate Plus
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fuente original:psiquiatría.com