MADRID (EUROPA PRESS) –
«Detrás de muchas consultas de psiquiatría se encuentra ya la tecnología, sobre todo consultas relacionadas con una supuesta adicción a internet o a videojuegos», ha explicado el psiquiatra del Servicio de Psiquiatría y Psicología Clínica del Hospital Universitario HM Puerta del Sur, Carlos Harkous.
El extremo de esta realidad es el denominado ‘Hikikomori’, término japonés que significa encerrarse en uno mismo, y que se da entre adolescentes y jóvenes que a menudo se refugian en la tecnología y se aíslan del mundo de forma radical.
El doctor señala que la irrupción de los cambios tecnológicos en la vida diaria de las personas provoca cambios sociales que repercuten en la conducta del individuo, apareciendo enfermedades aún no reconocidas como la cibercondría, nomofobia, fomo o exhibicionismo en redes sociales que, por lo general, suelen manifestarse en conductas que provocan problemas familiares, de pareja, de aislamiento, laborales o académicos.
La más común es la cibercondría, término relacionado con la hipocondría que se emplea para describir una obsesión enfermiza por el estado de la salud, que lleva a consultar en internet todo tipo de patologías y síntomas que la persona cree que podría estar padeciendo. «La recomendación es siempre preguntar al médico y consultar siempre fuentes fiables y oficiales», ha destacado el doctor Harkous.
La nomofobia, por su parte, es el miedo irracional a salir de casa sin el teléfono móvil y el fomo (Fear of Missing Out) es el miedo irracional a no estar conectado permanentemente a internet. Además, otra de las realidades ante las que empiezan a enfrentarse los profesionales sanitarios es el exhibicionismo en redes sociales, consistente en la necesidad irrefrenable de mostrar la vida privada en estos canales de comunicación.
«Afecta en ocasiones a menores y adolescentes que tienen poco definida la diferencia entre el ámbito público y el privado», asegura el especialista. «Los padres suelen caer en la tentación de prohibir el uso de internet, el móvil o los videojuegos, y no reparan en que no se puede pedir al adolescente que se aísle de la cultura digital existente».
El experto aconseja intentar individualizar la evaluación y el tratamiento, entender por qué ocurre un determinado problema antes de darle la categoría de enfermedad o de darle incluso un nombre. Es décor, no buscar culpables, sino comprender cómo varios factores se interrelacionan en un caso particular para llegar a desencadenar el síntoma clínico y, a partir de ahí, diseñar un plan de tratamiento que permita afrontar la problemática en cada caso.
‘WHATSAPPITIS’
En cambio, otras posibles patologías tienen origen físico, como la ‘whatsappitis’ consistente en un dolor en el pulgar debido al exceso de uso por escribir mensajes. Incluso se habla de la ‘alergia al wi-fi’, también conocida como electrosensibilidad, que produciría pérdida de memoria a corto plazo, vómitos, dolores de cabeza, mareos o irritación provocados por la exposición continuada a campos electromagnéticos.
«Hay que ser cautelosos en este terreno ya que para llegar a hablar de nuevos diagnósticos con propiedad es preciso que esas conductas o síntomas se observen en la clínica de forma reiterada y claramente diferenciadas de otros diagnósticos», ha matizado el psiquiatra.
Los cambios tecnológicos que estamos viviendo «contribuyen a agrandar las diferencias generacionales y en los lazos sociales». Es el caso de las aplicaciones móviles de mensajería instantánea, que nos lleva a comunicarnos con aquellos que tenemos lejos «mientras ignoramos a la persona con la que estamos cenando».
Carlos Harkous define esta situación como «la paradoja de la soledad del sujeto conectado. Ahora que tenemos más facilidad que nunca para comunicarnos, parecemos más aislados. Esta paradoja puede tener que ver con el hecho de que en las redes sociales tendemos a compartir sólo aquello que queremos mostrar o que queremos creer de nosotros mismos y de nuestra vida. De esta forma, proyectamos una identidad que si bien nos puede llegar a embelesar, no nos define, presentamos al mundo una máscara para después quejarnos de que nadie nos conoce, lo cual nos deja solos».
El momento en el que se debe consultar con el especialista, es aquel en el que «la conducta es problemática, causa malestar, disfunción o conflictos de adaptación a cualquier nivel», ha asegurado el doctor Harkous.
Cuando se trata de problemas relacionados con la salud mental, «a diferencia de otras enfermedades, el paciente puede no admitir que tiene un problema e interpretar la sugerencia de que acuda a un profesional como un juicio. Muchas veces, son los otros quienes tienen que saber encontrar el mejor momento para plantearle la posibilidad de pedir ayuda y hacerlo de forma cuidadosa y afectuosa», ha concluido Carlos Harkous.
Fuente original: psiquiatria.com