Los químicos de las carnes curadas aumentan los episodios de euforia

May 25, 2019 | Sin categoría | 0 Comentarios

RESUMEN
Las últimas décadas han traído de la mano una mayor comprensión del funcionamiento y organización del cerebro y dentro de este nuevo entendimiento se ha gestado un nuevo campo de investigación: la psiquiatría nutricional, que muestra evidencias científicas sobre cómo la calidad de la alimentación es un factor de riesgo en la enfermedad psiquiátrica. Y en este sentido, una de las últimas en llegar constata que la carne curada se asocia al trastorno bipolar.
El trastorno bipolar afecta a más de un millón de españoles y se estima que su prevalencia en el planeta es del 2, 4%. Desafortunadamente, el impacto y la magnitud de esta patología psiquiátrica que alterna los estados de depresión con los de euforia suelen pasar desapercibidos y muchos de los pacientes tardan años en recibir el diagnóstico.
Las evidencias
Ahora, un estudio llevado a cabo con más de 1. 000 personas con y sin trastornos psiquiátricos ha demostrado que los nitratos (sustancias químicas utilizadas para curar carnes como salami, cecina, perritos calientes y otros bocadillos procesados ​​de carne) pueden contribuir a la manía, un estado anormal que se caracteriza por hiperactividad, euforia e insomnio.
La investigación, llevada a cabo por científicos de la Escuela de Medicina Johns Hopkins y publicada en ‘Molecular Psychiatry’, ha constatado que las personas hospitalizadas por un episodio de manía tenían más del triple de posibilidades de haber comido carnes curadas con nitratos en comparación con aquellas sin antecedentes de un trastorno psiquiátrico grave.
En anteriores estudios con ratas, los mismos científicos demostraron una hiperactividad parecida a la manía después de que los roedores siguieran unas pocas semanas con dietas con nitratos agregados. Los científicos reconocen que su nuevo estudio se suma a la evidencia de que “ciertas dietas y, potencialmente, las cantidades y los tipos de bacterias del intestino pueden contribuir a la manía y a otros trastornos que afectan el cerebro”.
Aseguran, además, que “el trabajo futuro sobre esta asociación podría llevar a intervenciones dietéticas para ayudar a reducir el riesgo de episodios maníacos en aquellos que sufren trastorno bipolar o que son vulnerables a la manía», ha reconocido el autor principal Robert Yolken.
La manía, un estado de ánimo elevado, excitación y energía que dura semanas o meses, generalmente se observa en personas con trastorno bipolar, pero también puede ocurrir en personas con trastorno esquizoafectivo. Los estados maniacos pueden llevar a comportamientos de riesgo y pueden incluir pensamientos delirantes. La mayoría de los afectados experimentan múltiples hospitalizaciones en el curso de su enfermedad psiquiátrica.
Para llevar a cabo el estudio, los científicos recogieron datos demográficos, de salud y dietéticos de 1. 101 personas de entre 18 y 65 años con y sin trastorno psiquiátrico. Inesperadamente, se encontró que el historial de comer carne curada antes de la hospitalización era aproximadamente 3, 5 veces mayor que el grupo de personas sin un trastorno psiquiátrico. Este tipo de producto no se asoció con un diagnóstico de trastorno esquizoafectivo o bipolar en personas no hospitalizadas por manía o en trastorno depresivo mayor.
Ningún otro alimento sobre el cual se consultó a los participantes tuvo una asociación significativa con las patologías mencionadas o con la manía. «Observamos una serie de diferentes exposiciones dietéticas y la carne curada realmente destacó», dice Yolken. «No era solo que las personas con manía tuvieran una dieta anormal».
Los nitratos se han utilizado durante mucho tiempo como conservantes en productos cárnicos curados y se han relacionado previamente con algunos cánceres y enfermedades neurodegenerativas, por lo que el investigador Yolken sospechó que también podrían explicar el vínculo con estados de ánimo como la manía.
Elena Pérez Montero, nutricionista del hospital Universitario Quirón Salud Madrid, reconoce la influencia de la alimentación en la enfermedad mental. “Las dietas restrictivas pueden contribuir de varias formas. Si a la dieta le faltan nutrientes, esto puede empeorar la patología mental de la personas (hay estudios en los que una baja cantidad de algunos aminoácidos o de vitaminas del grupo B puede empeorar algunos trastornos). Existen, además, algunos estudios que han demostrado que dar suplementos con omega 3 podrían ser útiles en depresión, trastorno bipolar o psicosis”.
Esta especialista reconoce: “Por otra parte, si la dieta es mayoritariamente de alimentos que contengan aditivos alimentarios como los nitratos y nitritos, se ha observado en algunos estudios con animales de laboratorio que se produce un grado de excitación nerviosa”.
Por este motivo, “en los trastornos de hiperactividad se desaconsejan los alimentos ricos en azúcares simples, las bebidas carbonatadas, la bollería industrial, los zumos envasados, pues producen una rápida elevación de la adrenalina”, apostilla la experta.
Insiste también en que “una buena alimentación es muy importante a todos los niveles y en toda la población, pero las personas con problemas de salud mental tienen que tener en cuenta que la medicación puede tener interacciones con algunos alimentos y que el mantenimiento del peso es muy importante”.
«Está claro que la manía es un estado neuropsiquiátrico complejo y que tanto las vulnerabilidades genéticas como los factores ambientales están probablemente involucrados en la aparición y gravedad del trastorno bipolar y los episodios maniacos asociados», han reconocido los científicos estadounidenses. «Nuestros resultados sugieren que la carne curada nitrada podría ser un actor ambiental en la mediación de la manía».
En el otro lado de la balanza, este mismo grupo publicó recientemente los resultados de un estudio que muestra que cuando a las personas con trastorno bipolar se les administran probióticos (que pueden modificar la composición de las bacterias intestinales, después de un episodio maniaco), es menos probable que sufran una nueva hospitalización en los siguientes seis meses. «Hay una creciente evidencia de que los gérmenes en los intestinos pueden influir en el cerebro», declaran.
Fuente periodística: El Confidencial
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Fuente original: psiquiatria.com